La estructura de la enseñanza

GA 302 Es imperativo que nuestra enseñanza sea viva, es decir, que el niño no solamente asimile ciertas representaciones, sensaciones, y desarrolle ciertas destrezas que según sus capacidades y perfeccionamiento, se conviertan en algo vital para él. Así también hemos de evitar inculcarle representaciones, sensaciones, destrezas que, por hallarse terminadas, no encierren posibilidad de crecimiento.
Es imperativo que nuestra enseñanza sea viva, es decir, que el niño no solamente asimile ciertas representaciones, sensaciones, y desarrolle ciertas destrezas que según sus capacidades y perfeccionamiento, se conviertan en algo vital para él. Así también hemos de evitar inculcarle representaciones, sensaciones, destrezas que, por hallarse terminadas, no encierren posibilidad de crecimiento. Hemos de procurar entonces, que nuestra enseñanza no permanezca tal como es, sino que continúe creciendo con el niño; que se convierta en algo distinto en el curso de su desarrollo, de manera que pueda el ser humano conservar en sus treinta o cuarenta años, lo que aprendió a los ocho: lo aprendido habrá crecido con él en analogía a cómo crecieron o dejaron de crecer sus extremidades en el momento oportuno. Hemos de transmitirle al niño continuamente elementos que puedan desarrollarse en ascenso vital, para ello es fundamental que el escolar conserve “vivo” lo que le enseñamos. Podríamos formular, pues, con base en nuestra práctica del aula, la candente pregunta: ¿Cómo lograr que el niño retenga lo aprendido como patrimonio permanente?...
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Autor Rudolf Steiner
Medidas 15 x 22 cm
ISBN 978-987-682-162-9
No. de Paginas 140
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