Steiner dice al respecto: «La encarnación futura del profesor como educador habla con la encarnación pasada del niño. Ese es el aspecto musical, ese juego del pasado con el futuro. La música es el arte que trae el futuro al presente, y la plástica hace que eso se convierta en forma... La obra de arte más maravillosa es el niño y nosotros hemos de tener la disposición anímica musical, la disposición del futuro que podamos aportar... En esa actitud se halla la fuerza para educar, uno observa la plasticidad del alumno y descubre que con ese proceso educativo se produce una prodigiosa compensación kármica entre profesor y alumno.»